La luz de la tarde se entreteje con la orilla de la noche, mezcla confusa de horizonte y lejanía. Un viento suave intenta abarcar ese cielo inmenso. La tierra absorbe la oscuridad con su naturaleza de raíz y se aquieta. Él, pasa distante, corre pero sin prisa. Ella, da la espalda, decidida planta sus pies descalzos, deja libre el vuelo de su falda y mira el otro lado de la vida.
J e s ú s H e r e d i a